
Fotografía de Hermann Hammer.
¡Hay tantas variedades de té! Té negro, blanco, verde, rojo, oolong… En China se diferencia además el té amarillo, al rojo le llaman negro y al negro, oscuro. Cada uno huele distinto, sabe distinto y tiene más o menos teína, más o menos antioxidantes. ¡Qué lío!
La principal clasificación de los tés depende de su proceso de elaboración. Según éste, se obtiene:
- Té blanco: en realidad no es el grado de oxidación lo que le distingue de los otros tés sino la parte de la hoja utilizada, que en este caso son sólo los brotes; las hojas se dejan marchitar ligeramente y luego se secan hasta determinado nivel de humedad.
- Té verde: la planta se seca y se somete a un proceso de torrefacción en recipientes de hierro.
- Té negro: después de la recolección, las hojas se enrollan y se dejan oxidar. Después se secan y se trituran. Es la variedad que más conocemos.
- Té semi-negro u Oolong: la oxidación es muy suave y queda a medio camino entre el té verde y el negro.
Con los distintos tés se pueden además hacer mezclas, que, si están bien hechas, ofrecen las buenas características de los tés que las forman.