Leyendas sobre el origen del té

Retrato del Emperador Chen-Nung o Shennong
Retrato del Emperador Chen-Nung o Shennong.
Fotografía del dominio público. Fuente: Wikipedia.

De la multitud de encantadoras leyendas que retroceden más de 5.000 años, se puede deducir que el té es la bebida más antigua del mundo hecha por el hombre, pero sus orígenes exactos se pierden en las brumas de los tiempos.

De acuerdo con la leyenda china, el Emperador Chen-Nung el Divino Cultivador descubrió el té accidentalmente cuando estaba hirviendo agua a la sombra de un árbol del té silvestre cuyas hojas se mecían dulcemente con la brisa, cuando unas hojas cayeron en su olla. El emperador bebió la infusión resultante y se sintió inundado de una sensación de bienestar. El té fue así descubierto.

Los indios atribuyen el descubrimiento al Príncipe Bodhi-Dharma, hijo del Rey Kosjuwo. Había dejado la India para ir al Norte a predicar el budismo a lo largo del camino. Prometió no dormir durante su meditación de siete años. Al final del quinto año estaba cediendo a la laxitud y la somnolencia, pero una providencial casualidad le hizo coger y mascar algunas hojas de un árbol no identificado. Resultó ser un árbol del té y sus extraordinarias propiedades le permitieron cumplir su promesa.

La leyenda japonesa es un poco diferente de la india: al final de tres años de meditación, el Príncipe Bodhi-Dharma cayó dormido y soñó con todas las mujeres a las que había amado. Al despertar, se enfureció tanto con su propia debilidad que se arrancó los párpados y los enterró. Volvió al mismo lugar algún tiempo después para encontrar que sus párpados habían enraizado y habían crecido hasta convertirse en algún arbusto desconocido. Mascó algunas hojas y descubrió que tenían la propiedad de mantener sus ojos abiertos. Contó la historia a sus seguidores, que recogieron las semillas y así comenzó el cultivo del té.

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